Una vida con Aldeas: de participante a colaborador – agosto 5 2022

Andrés recuerda con nostalgia su casa, la familia que lo vio crecer y todos los momentos que vivió en el programa de Santander. Le quedan los mejores recuerdos y el amor incondicional de Yolanda, su mamá SOS, quien le sigue brindando todo su cariño y apoyo. Ahora que se independizó sigue vinculado con la organización como colaborador trabajando por otros niños y niñas separados de sus familias.

 

Una infancia feliz y en familia

La historia de Andrés en Aldeas Infantiles SOS inició hace más de veinte años, cuando llegó al programa Santander, dónde fue recibido por Yolanda, una mamá SOS entregada y comprometida con su labor, que desde el primer día le brindó todo el amor y cuidado que requería. Andrés tiene algunos recuerdos de esos primeros años en el programa, de sus amigos, juegos y del mesón donde su mamá lo sentaba para darle la comida o mientras hacía los oficios de la casa, pues era muy consentido y siempre quería estar junto a ella.

Otra de las memorias que guarda es la forma particular en la que Yolanda les ayudaba a estudiar. Recuerda mucho que cuando tuvo que aprenderse las tablas de multiplicar, “mama Yolanda”, como le dice de cariño, las escribió en carteles que ubicó por toda la casa, así cuándo Andrés estaba en su habitación, en la cocina y hasta en el baño encontraba esos carteles y repasaba las tablas, un método que resultó muy efectivo y que recuerda con emoción.

Una de sus actividades favoritas en el programa eran las olimpiadas de Aldeas Infantiles SOS, un certamen deportivo anual, en el que ganó varias medallas en balón mano. Además de actividades deportivas, en el marco de este evento le gustaba jugar a las bombas con agua, eran actividades en las que todos los colaboradores y participantes se integraban y disfrutaban en familia. 

“Aldeas Infantiles fue un sueño, lo que me salvó la vida, fue donde encontré mis mejores momentos y las personas que más amo en la vida. Aldeas fue, es y siempre va a ser mi hogar y mi lugar favorito”, afirma, Andrés.

 

Andrés siempre estuvo interesado en los deportes, así que cuando se graduó del colegio estaba seguro de estudiar cultura física y de ser profesor. Como parte de su proyecto de vida buscaba la forma de vincular su labor con Aldeas Infantiles SOS, pues soñaba con devolver algo de lo que le habían brindado por tantos años. En marzo del 2021, culminó sus estudios profesionales e inicio una nueva aventura hacia su independización, proceso en el que también tuvo el acompañamiento y apoyo de toda la organización. Ahora, Andrés trabaja como facilitador en el programa y sonríe a diario al ver su sueño cumplido. 

La independización: un reto que se asume en familia

La independización puede ser todo un reto para los niños y niñas que han crecido en la organización y esta etapa en la vida de Andrés fue muy particular. Aunque desde Aldeas Infantiles SOS le habían dado una fecha estimada en la que debería independizarse, él quiso elegir el día de su salida del programa para que no fuera definido por alguien más. Se impuso el reto de salir un mes antes de la fecha que le habían indicado. Fue difícil para él despedirse del programa, la cancha, las casas, el jardín. Recuerda con nostalgia que tomaba fotos de sus lugares favoritos, y lo que sentía: “dentro de mi sabía que ya era la hora, que acá me habían dado las alas y ya debía salir a volar”.

Al principio él quería vivir con muchas comodidades, pero se dio cuenta que debía ir despacio, entonces se mudó a una habitación y poco a poco fue adquiriendo sus cosas. Según cuenta, ha sido un proceso de muchos retos y aprendizajes; de días tristes, en los que se sentía muy solo, pues estaba acostumbrado a compartir con sus compañeros de casa, y de reconocimiento del vínculo que lo une a su familia SOS, pues en esos momentos siempre pudo llamar a su mamá Yolanda y sentir su respaldo, esto ha sido clave para irse acoplando a esta nueva etapa de su vida.

“Me hace sentir orgulloso lo que he logrado como persona, como profesional y como aldeano. Aldeas es mi casa, acá encuentro tranquilidad, disfruto, soy feliz y comparto con las personas que amo. Cuando me siento en el comedor yo siento que estoy comiendo con mi familia, siempre lo diré así tenga 20, 30 o 40 años, yo soy un fiel aldeano, de alma, vida y corazón” dice Andrés con convicción.

Y es que, después de algún tiempo de estar viviendo su vida autónoma, fuera de “casa”, Andrés ha encontrado una gran oportunidad profesional dentro de la organización. Luego de postularse tuvo que pasar un proceso de selección riguroso como cualquier aspirante y Consiguió el trabajo como agente educativo del programa Santander, lo que le dio mayor estabilidad económica y la alegría de un sueño cumplido.

Para Andrés es muy importante y significativo que su primera experiencia laboral formal sea en Aldeas Infantiles SOS, pues ese era su sueño. Ahora que pasó de ser un participante a ser un colaborador de la organización reconoce el compromiso que asume y sabe que su labor le está cambiando la vida a más personas y eso va a dar frutos en un futuro como ocurrió con él.

Aldeas Infantiles SOS más que un hogar

El vínculo de Andrés con Yolanda es muy fuerte, aunque él conoce a su mamá biológica, él afirma que tomó la decisión de que Yolanda sea su mamá, porque fue la persona que lo recibió desde que era un bebé, le abrió las puertas de su hogar, de su corazón y de su vida. Ella es la persona que hasta el día de hoy lo consiente, lo guía, le llama la atención cuándo considera pertinente y, según lo expresa Andrés, es gracias a su apoyo incondicional que él ha logrado salir adelante.

Yolanda se convirtió en motivo de orgullo para Andrés, quien no deja de alagarla por dedicar más de 23 años de su vida a orientar, enseñar y cuidar niños y niñas que no son sus hijos, pero es una labor que hace con todo el amor, compromiso y entrega de una verdadera madre. “Me siento muy afortunado de haberla conocido y crecer junto a ella en Aldeas Infantiles SOS, y ahora como adulto independizado compruebo que su amor no tiene límites. Ella estará siempre ahí para mí y yo estaré ahí para ella, ya me dio todo lo que podía darme, soy lo que soy gracias a ella y a Aldeas, ahora yo le estoy dando todo lo que le puedo dar, porque es lo mínimo que ella se merece”, dice Andrés sobre su mamá SOS.

La experiencia de vida de Andrés, es un reflejo del impacto que tiene el apoyo de cada uno de los donantes en la vida de miles de niños, niñas, adolescentes y jóvenes que crecen en Aldeas Infantiles SOS, la familia más grande del mundo. ¡Gracias por hacerlo posible!