mayo 29 2020
Historias que fortalecen sueños
Angela y Francisco participan en los servicios de Aldeas Infantiles SOS Colombia. Sus vidas, aunque son diferentes, encuentran un punto en común: el cambio de rutina a causa de la pandemia por Covid-19.
#HistoriaSOS
Angela tiene dieciséis años y junto a su familia, hacen parte de Toma Mi Mano, un servicio en el que se brinda acompañamiento y apoyo a migrantes provenientes de Venezuela. Desde hace tres años llegaron a La Guajira y para ella, los días transcurrían con la normalidad a la que se deben enfrentar miles de personas que deciden migrar hacia Colombia para encontrar mejores oportunidades de vida. Sin embargo, desde que inició la cuarentena su rutina cambió: ya no va al lugar en el que recibía clases, ahora, tiene guías de ejercicios que su madre recogió cuando todo comenzó. Cuando termina sus tareas, debe enviarlas por whatsapp dentro de los plazos establecidos. Ella y su hermana, colaboran con las tareas de los hermanos más pequeños, pero el material escolar no es suficiente “no podemos permitirnos gastar papel para hacer nuestra tarea, por lo que estamos reutilizando lo que tenemos”, expresó Angela.
Las dificultades para estudiar no son el único obstáculo al que se enfrentan Angela y su familia. En estos tres meses, ha aumentado el costo de la comida y conseguir empleo es una tarea que se vuelve cada día más compleja. Su mamá se encuentra sin trabajo y su papá falleció hace un año, a él le prometió que iría a la universidad para brindarle una mejor oportunidad de vida a su familia, así como lo afirma Angela “cuando esto termine, ayudaré a mi madre a traer dinero a casa mientras estudio. Y cuando termine la escuela haré lo que pueda para conseguir una beca y estudiar derecho. Así podremos comprarnos una casa bonita”.
Para Francisco de veinticinco años, participante de la comunidad juvenil de Cartagena, la situación ha sido distinta. El año pasado había comenzado a trabajar en una empresa que diseña y fabrica muebles, trabajo que disfrutaba porque allí aplicaba todo lo que había aprendido en la universidad. Sin embargo, desde que se decretó el aislamiento obligatorio, la fábrica de muebles paró sus labores, por lo que Francisco, en este momento, solo se dedica a terminar su tesis para poder graduarse en septiembre de ingeniería industrial.
Como parte de su proceso de independización, Francisco, planeaba mudarse a principio de año, pero decidió hacerlo al graduarse, porque le preocupan algunas cosas, “manejar la crisis actual por mi cuenta hubiera sido muy difícil. Me preocupa cómo esto va a afectar la economía. Todos los negocios están cerrados y veo que el desempleo está aumentando. Me preocupa cómo afectará esto a los jóvenes como yo en el futuro”.
La rutina en su hogar también ha cambiado. Antes, todos trabajaban y estudiaban, por lo que se veían muy poco. Desde la cuarentena, comparten más momentos en familia, cocinando, jugando, viendo películas y conversando lo que hace que sus lazos se fortalezcan “hay un lado bueno de todo esto, es como si estuviéramos redescubriéndonos unos a otros”, expresó Francisco.
Sin duda alguna, las restricciones a causa de la pandemia, cambiaron sus rutinas, enfrentándolos a una realidad para la que no estaban preparados, pero dejando en ellos, el deseo de cumplir, con más ansías, sus proyectos de vida.