noviembre 25 2025

Nuevas palabras para reescribir la igualdad de género en el mundo digital

Pensemos que en estas sociedades que combinan las estructuras aún no superadas de las violencias de género y crean nuevas modalidades, es donde están creciendo niñas y adolescentes expuestas a seguir viviendo las violencias en el mundo físico y en el digital (y en mixturas de ambos espacios, donde, por ejemplo, la vigilancia y control se hacen cada vez más exponenciales). El mundo digital es el nuevo espacio público, como lo decía Beatriz Sarlo frente al ciberespacio, nombrar las nuevas violencias que surgen en estos entornos se hace esencial para frenarlas y para transformar estos en espacios seguros, donde niñas, adolescentes, mujeres e identidades feminizadas puedan interactuar libres de violencias.

Las tecnologías de la información y de la comunicación han reproducido patrones patriarcales, al igual que han generado nuevas modalidades de violencias. Los patrones que agudiza tendrán que ver con estructuras de discriminación, violencia, estigmatización e invisibilización hacia las mujeres y las niñas. Según el Instituto Europeo de la Igualdad de género la ciberviolencia contra las mujeres es un problema global definido como cualquier acto violento contra las mujeres cometido en el espacio digital.

Las nuevas modalidades de violencia incluyen el acoso digital, la generación de contenidos a través de inteligencia artificial como los deepfakes, el groming, el doxing, la sextorsión, el trolling, el stalking, que se relacionará con bases patriarcales de dominación, manipulación, discriminación y violencia hacia las niñas, adolescentes, jóvenes y mujeres. El mundo digital, es ahora el nuevo escenario de la violencia estructural y simbólica que sigue reproduciendo sistemas patriarcales a través de imágenes, cuentas de contenido, y de modelos de inteligencia artificial.

Un estudio del Berkeley Haas Center for Equity, Gender and Leadership que analizó 133 sistemas de IA determinó que alrededor del 44% presentaba sesgos sexistas y un 25% evidenciaba sesgos sexistas y raciales a la vez. Y según Sensity AI, entre el 90 % y el 95 % de todos los deepfakes en línea son imágenes sexuales explícitas no consentidas, y alrededor del 90 % de ellas representan a mujeres. No olvidemos que las IA se han vuelto un apoyo escolar para niñas, niños y adolescentes

En este mundo en el que los sistemas patriarcales están usando nuevos medios para expandirse, como lo vemos en espacios virtuales como foros, redes sociales donde la misoginia se ha impulsado a través de grupos de hombres que ridiculizan al feminismo, y que, impulsan discursos de odio y dominación masculina. En este patriarcado del 2.0. que puede vestirse con filtros, juventud y tendencias, se propagan ideas hegemónicas antiguas. Es en este mundo en el que es urgente erradicar tanto las bases de los sistemas desiguales de género, como la detección y confrontación ante las nuevas modalidades de las violencias de género. Veamos dos ejemplos en los que los medios digitales son medios en los que opera la violencia.

Ángeles del hogar: nuevas adaptaciones desde el mundo digital

Aparece la imagen de alguien que corta un trozo de carne, en las siguientes imágenes descubrimos que es una joven, quien va narrando lo que hará de cenar para su novio, dice que hará pappardelle con ragú de pato a la naranja, y su video va acompañado de “una receta fácil y perfecta para sorprender a tu pareja”.

Estas imágenes fueron hechas por Roro una creadora de contenido española, quien se une a un grupo de mujeres que se denominan tradwifes o stay at home girlfriend. Pero, lejos de ser únicamente una tendencia digital, son movilizadoras de representaciones de género ancladas al sistema patriarcal, las ideas que reproducen, a pesar de estar en medios digitales y en la comunicación instantánea de las redes sociales, siguen adscribiéndose a viejos modelos de comportamientos, creencias y discursos sobre la feminidad y el ser mujer.

Y sorprende cómo a cuatro olas del feminismo, los modelos patriarcales siguen adhiriéndose a nuevos formatos de comunicación para seguir teniendo la palabra. Y eso lo hacen a través de una imagen que no es extraña, el ángel del hogar es una imagen de la mujer servicial, dedicada a su casa y un “regalo” para el hombre que la “tenga”: todas estas ideas reproducidas en los 60s y 70s con una genealogía que data del siglo XIX, como movilizador de una idea llamada “mística de la femineidad” que autoras como Betty Friedan profundizaría, lejos de esas imágenes de sonrientes amas de casa y a la moda, replicadas en la publicidad de electrodomésticos, jabones y productos de limpieza.

La forma en que hoy el "Ángel del hogar" toma es distinta. Es un ángel del hogar que publica en Tiktok, que puede denominarse feminista y que aun así sigue generando contenidos donde la representación del ángel del hogar sigue siendo un modelo a seguir por las mujeres, y un deseo que cumplir de los hombres, una construcción que no es novedosa como veíamos.

Como Roro hay cientos de cuentas que producen contenido enmarcados muchas veces en manejos de palabras, colores, formatos que hacen verlos modernos, a la moda, o parte de una generación distinta; sin embargo las ideas que se replican son de los roles tradicionales asociados a las tareas domésticas, la feminidad a través de comportamientos ligados al cuidado de la imagen, la centralidad de las relaciones de pareja, y a seguir replicando ideas esencialistas como se hacen a través de “las energías femeninas” o “las mujeres de alto valor”. Estos modelos de comportamiento movilizan una violencia simbólica, muchas veces desapercibida, que hace operar lógicas de aprobación y desaprobación sobre las maneras de ser y actuar de una mujer, haciendo, por ejemplo, que la presión que sientan adolescentes y mujeres genere insatisfacción o incomodidad frente a sus propias identidades, o que funcione como mecanismos de regulación y legitimación de lo que deben ser y hacer.

Que las infancias y adolescencias estén libres de violencias de género digital

Ahora los modelos de comportamiento que movilizan violencias como la simbólica, no son los únicos que van tomado nuevas formas en la era digital. Las violencias de género van tomando otras formas. Y arraigando de igual manera, las violencias basadas de género.

Recordemos las palabras de la filósofa Celia Amorós quien hace evidente como la búsqueda de nuevas palabras, permitió entender mejor la realidad. Como entender que al nombrar la violencia de género se identificaba una base estructural y particular de este tipo de violencia, que no podía vislumbrarse si se le nombraba solo como violencias domésticas o violencias intrafamiliares.

Descubrir que, en internet se viralizó un video con imágenes privadas suyas, y sin ningún consentimiento fue la pesadilla de la violencia digital vivida por la joven mexicana Olimpia Coral Melo, cuando una expareja divulgó un video con contenido sexual. Ante esta situación que no entendía, y reconociendo que aún no habían sido nombradas las palabras para entender esto como un delito, Olimpia tuvo episodios depresivos e intentos de suicidio. Con ayuda de su red de apoyo, entendió y empezó a nombrar lo que había ocurrido, no era culpable, había sido

víctima de un delito. Su activismo permitió nombrar la violencia de género digital y entenderla como una nueva manera de violencia, al igual como permitir que la Ley Olimpia tipifique este tipo de situaciones como un delito.

Hoy la Ley Olimpia sigue nombrando y resaltando los patrones estructurales de género que se reproducen en los entornos digitales. Se ha convertido también en un movimiento respaldado en distintos países, que se han sumado a la necesidad de implementar leyes para detener la violencia digital de género. Como en Colombia donde el proyecto de ley busca modificar la ley 1257 de 2009 para tipificar como delito la violación a la intimidad sexual y a castigar con sanciones a quienes difundan, compartan y produzcan contenidos sexuales sin consentimiento de la víctima.

La violencia de género se está reinventando, transformando y reproduciendo en los entornos digitales. La adaptación del ángel del hogar y su conexión con la violencia simbólica; al igual que los deepfakes, el grooming, el acoso digital o la difusión de contenido íntimo son manifestaciones de este mundo digital que reactiva y agudiza mandatos patriarcales, sumando que antes no existían y que afectan especialmente a niñas y adolescentes. Nombrar las violencias en sus nuevas modalidades es clave para visibilizarlas, comprenderlas y confrontarlas.

El cuidado de la niñez frente a las nuevas manifestaciones de violencias basadas en género en línea

Frente a este mundo contemporáneo donde lo digital es otra manifestación de lo público, y considerando el acceso cada vez más frecuente y libre por parte de los niños y niñas a este entorno, es fundamental acompañar en la identificación de las violencias, gestionar la exposición de contenidos que puedan ser dañinos y establecer seguridad emocional, ya que la presión social a través del mundo digital es cada vez más intensa.

Ante el creciente impacto de las violencias digitales desde Aldeas Infantiles SOS, movilizamos la necesidad de reflexionar con mayor profundidad acerca de las implicaciones y los desafíos que tiene durante la crianza, la socialización de los niños y niñas desde los entornos digitales, y cómo esto implica acompañar con una presencia afectiva y un apoyo responsable que comprenda las oportunidades, pero también los desafíos y riesgos del mundo digital.

Para ello es necesario que las familias promuevan una comunicación horizontal; que sean conscientes, comprendan y enseñen los riesgos a los que se exponen sus hijos e hijas cuando se encuentran en línea al igual que lo que sucede en el mundo real; también es importante fortalecer la autonomía, la capacidad de reflexión y el autocuidado frente a los riesgos. Por esto, urge que las familias cuenten con apoyo psicoeducativo que les permita promover la igualdad desde sus propias dinámicas; asumir la crianza evitando la reproducción de estereotipos; establecer límites y construir relaciones que no reproduzcan ningún tipo de violencia. Esto requiere un compromiso total de la sociedad para transformar los entornos físicos y digitales en espacios igualitarios, seguros y libres de violencias para niñas y adolescentes.